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Noticias y Consejos de Podología

Juan Pablo Giménez Agrela

Cuida tus pies también en verano

Con la llegada del calor, adquiere aún más importancia el cuidado de tus pies, ya que la época estival es muy delicada para esta zona del cuerpo. Sudor excesivo, ir descalzo continuamente en lugares públicos, utilizar calzado inadecuado y una higiene deficiente en ocasiones, son los motivos más frecuentes de las molestias y problemas podológicos en verano. En algunos casos pueden llegar a ser graves, como las infecciones cutáneas por hongos.

Además, a causa de la piel debilitada por el sol y el agua del mar o las piscinas, los pies se agrietan y con esto, se debe prestar mayor atención, puesto que puede acabar en pie de atleta si no se cuida y puede afectarnos al resto del pie y uñas.

“Para mantener los pies sanos también en verano, os detallamos una serie de recomendaciones y consejos prácticos para que tus pies luzcan perfectamente”.

En primer lugar, en Clínica Giménez, recomendamos antes de cambiar de calzado, de uno cubierto en invierno, que en cierto modo protege los pies, a uno descubierto, como chanclas y sandalias, que visiten al podólogo. Este se encargará de detectar a tiempo posibles patologías que después se pueden agravar.

“Recordar que, debe ser un podólogo y no un esteticista el que realice estas tareas, ya que el experto pensará siempre en la salud de tus pies. Sobre todo en personas con pies diabéticos”.

Un buen mantenimiento es esencial para cuidar tus pies también en verano.

      – La importancia de elegir un buen calzado: cómodo, de material transpirable y suave, amplio y con una suela amortiguadora y flexible. Esto evitará de modo considerable la aparición de rozaduras y ampollas.
      – Reservar el uso de chanclas o zapatillas de goma únicamente en espacios húmedos como piscinas, playa, duchas, baños públicos, y otros lugares comunes, para evitar infecciones por hongos y papilomavirus. Si lo usamos de forma rutinaria, provocará engarramiento de los dedos y dolor en la planta y el tobillo.
      – Cuando usemos calzado cerrado que sea con calcetines finos, pues si no se aumenta la transpiración del pie y el calor, la humedad y la oscuridad del calzado cerrado la piel lo debilitan, siendo este una puerta de entrada para los hongos y los virus.

      – Higiene: secarnos bien los pies, prestando mayor atención entre los dedos después de cada ducha con la toalla.

      – Es recomendable usar tras el baño una piedra pómez o lima una vez por semana, para prevenir la aparición de durezas y grietas, especialmente en los talones.

      – Hidratar los pies diariamente con una crema emoliente indicada para el uso exclusivo de pies.

      – Cortar las uñas rectas utilizando alicates, la herramienta adecuada para ello, y no tijeras.

      – Para la sudoración se puede optar por productos que regulan la transpiración. Existen los desodorantes y los antitranspirantes que taponan en cierto grado los poros por los que sale el sudor, controlando así la humedad.
      – No caminar descalzo en superficies calientes: evapora el sudor de los pies y la seca, generando la aparición de durezas.

      – No compartir toallas ni calzado: si lo hacemos, puede suponer un riesgo frente a las infecciones fúngicas.

No olvides que el verano es una época ideal para darle aire a nuestros pies así que, déjales respirar pero siempre con un cuidado adecuado.

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