Estando de lleno en la época estival, queremos dar una serie de recomendaciones para que este verano lo tengas con buen pie.
La piel particular del pie
La piel del pie tiene una característica y es que la del dorso es similar a la del resto del cuerpo mientras que la de la planta es más espesa y resistente, adaptada para soportar el peso. Por ello, los productos que empleemos para su cuidado deben ser específicos.
Las cremas hidratantes con urea son básicas en periodos de calor, sobre todo en zonas más secas como los talones. La urea al ser un queratolítico, ayuda a desprender la piel que necesita renovarse por lo que la hidratación es más eficiente que con las típicas leches corporales.
Por otro lado, en caso de la sudoración excesiva en los pies, la constante humedad favorece una proliferación no deseada de la flora que habita en la superficie de la piel y que puede degenerar en infecciones cutáneas por exceso de maceración. En estos casos, los expertos en podología te aconseja sobre una serie de recomendaciones sobre los cuidados y productos más convenientes para cada caso.
Andar por la playa
La planta de los pies se compone de una red vascular venosa que se activa al andar, por lo que al contacto con la orilla del mar y la playa se activan regenerando los pies. Cada vez que el pie cesa la carga, la sangre venosa penetra en el tejido celular subcutáneo y lo dilata; el apoyo siguiente la empuja y así sucesivamente en una continua contracción-expansión que es el mejor modo de nutrir los tejidos de manera automática.
Así que el sencillo gesto de caminar consigue mantener viva la circulación y, por tanto, ayuda significativamente en aquellos casos que padecen un déficit circulatorio como es el caso de los diabéticos.
En la playa, el masaje que produce la arena en las plantas de los pies activa la circulación venosa y linfática. Aún más, al romper las olas en la orilla, el agua también masajea los tobillos, con lo que el ejercicio es todavía más completo.
Escoger calzado en verano
El problema de todos los veranos, las sandalias, las chanclas, pies descubiertos, ¿cuál es mejor en cada caso? ¿cómo escoger calzado en verano?
Las sandalias tienen la problemática que requiere un trabajo forzado por parte del pie y más concretamente, de la musculatura extensora y flexora de los dedos, que deriva en una garra excesiva y muchas veces origina dolor en la superficie metatarsiana. Si queremos evitar estas molestias, que pueden interferir en nuestro día a día, recomendamos que el calzado tenga siempre una sujeción a nivel del talón y/o tobillo. De esta manera, permitiremos que el antepié trabaje sin forzar ningún grupo muscular.
En cuanto a la suela es recomendable que ésta cuente con un determinado grosor para que proteja la planta de los pies con un material blando y cómodo, pero rígido a la flexión; así favorecerá un movimiento relajado del pie en balancín en cada paso.
Siempre debemos tener en cuenta que con el pie bien sujeto y protegido evitaremos sobrecargas que vienen derivadas de una elección incorrecta del calzado.
¡Feliz verano con buen pie!