¿Cuántas veces hemos dicho «huele a queso» para referirnos al mal olor causado de los pies? Sin embargo, lejos de una broma, este síntoma puede alertar de que esa persona sufre algún tipo de hongo y que debe acudir a un podólogo.
Uno de los hongos más conocidos es el pie de atleta, por eso, desde Clínica Giménez queremos explicarte qué hacer si sufres el mal del pie de atleta.
Este hongo suele transmitirse con facilidad al andar descalzos o al estar en contacto con la piel de una persona afectada. Por eso, es muy importante conocer cómo prevenir esta infección.
A pesar de que el verano es la época del año en la que es más frecuente contagiarse de este hongo por las piscinas, es en invierno cuando más prolifera. ¿Por qué? Por el uso inadecuado de calzado y mala higiene en los pies son dos de las causas primordiales.
Utilizar repetidamente un mismo zapato supone un caldo de cultivo para las bacterias. El sudor y, como consecuencia la humedad que se acumula en esta prenda de vestir influye en la aparición del pie de atleta. Por eso es importante analizar nuestra característica de vida y si se tiene problemas de sudoración es recomendable cambiarse al menos dos veces de calzado.
Los primeros síntomas del pie de atleta son la aparición en la planta del pie y en los dedos de manchas de diferentes colores o ampollas que posteriormente se convierten en grietas. Estas zonas son susceptibles de infectarse y producir picor. Otra señal es la sensación de tener los pies húmedos.
Unos síntomas que son fáciles de confundir y que hacen indispensable acudir a un especialista, quien con un cultivo analizará el tipo de hongo que se tiene.
Aunque, en caso de que finalmente se confirme de que se trate del pie de atleta, un buen remedio es lavarse con agua caliente, una temperatura entre los 50 y 60ºC, una vez al día si es al inicio o si ya está muy desarrollado dos veces.
Además, hay que tener cuidado de evitar el contacto de esta zona de la piel con otras personas y así asegurarse de que otros miembros de la familia no lo padezcan. Una buena solución es llevar calcetines de fibra natural. No obstante,lo mejor es prevenirlo, pues puede producir infecciones más peligrosas para la salud.
De modo que es muy importante la observación de los pies, en especial en los diabéticos. Una práctica poco habitual porque es la parte del cuerpo que menos vigilamos.
Asimismo, es indispensable una buena higiene de los pies, como también secarlos de manera adecuada y muy importante no echar crema hidratante hasta pasado unos cinco días.
Fuente: ABC